jueves, 8 de septiembre de 2011

Capitulo 7. ¿Asesina por vocación?

Aüril apretó los dientes, pero no hizo ningún gesto de sorpresa al escuchar de Ralest aquellas palabras. Lo habría sabido tarde o temprano, pero bien es cierto que la capacidad de deducción del chico era inmensa para todo el tiempo que él había estado exiliado.
-¿Sabes?-Dijo el chico, casi en un susurro.-Yo también necesito algunas armas. He estado aqui, en el planeta sin magia, casi tres siglos. Y nunca las he necesitado, pues me he limitado a esconderme, pero ahora que tenemos que luchar contra los Môrtac's, necesitaré alguna que otra espada. -Ralest se puso en cuclillas junto al cepo, que con tirarlo al aire, se abalanzó a sus alas, atrapándolas y haciendo que, de nuevo, estas parecieran mucho más pequeñas. Acto seguido, se puso la túnica y salió como una exhalación de aquel recinto para que la gente que trabajaba en los campos a media mañana no fuera capaz de verlo, con la seguridad de que Aüril lo seguiría.-
De nuevo, recorrió aquel viejo puente donde nuestra historia comenzó y se adentró en las calles de Death City, en las que ya comenzaba la actividad, pero gracias a su extrema velocidad, nadie conseguía verlo. Cuando llegó al callejón paró en seco delante de la puerta de la tienda clandestina de armas. Como supuso, Aüril había llegado antes que él. Algo de esperar para alguien de su raza.
-Ralest, yo... -La chica parecía algo nerviosa.-
Ralest abrió la pequeña puerta con cuidado, dejando ver una pequeña habitación, del tamaño de un pequeño salón de celebraciones, llena de armas de todo tipo... Y un montón de cadáveres apilados en una de las esquinas. Ralest miró a la chica con un destello de rabia en sus ojos.
-No voy a perdonarte esto.

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